lunes, 2 de noviembre de 2009

Él

Los bolsillos de Andrés rebosaban de arena, tanto que cuando caminaba, se le escapaba grano a grano, y, si se detenía, unas montañitas inestables se levantaban a sus pies. Andrés estaba fascinado con la arena. La cogía, la dejaba caer entre sus dedos y reía.
Él se dirigía decidido hacia el mar, seguido por su mamá, que corría tras él cuidando que los obstáculos de arena no le hicieran tropezar. Temía tanto por su delicada cabeza... Quizá era demasiado protectora. Quizá fuera el miedo que le inundaba de que su hijito se lastimara de nuevo, como le ocurrió justo antes de que naciera, hace veinte años.

"Yo buscaba respuestas y alguna verdad"

1 comentario:

Borja Echeverría Echeverría dijo...

Qué buen final, además va al grano como me gusta.
Un saludo