jueves, 4 de diciembre de 2008

Confesión


Mi padre siempre me decía que llegaría a ser leyenda. Me crió desde pequeño para ser perfecto, una máquina de matar. “Un héroe no tiene puntos débiles” me reprochaba cuando me equivocaba, y me tiraba del pelo. La excusa del pelo ya la había cogido Sansón.

Cansado de ser el hijo perfecto, me inventé que tenía débil el talón. Tendríais que haber visto la cara de mi padre, Peleo. Se corrió el rumor por toda Grecia y Roma de que mi madre me bautizó cogiéndome del talón y que por eso… Eso sí es ridículo. A partir de entonces, mi vida se convirtió en un teatro. Combatía con los talones vendados, pero no me importaba, porque era famoso por ello.
Cuando llegó la guerra Troya, la más terrible en la que combatí, todos pusieron su fe en mí para ganarla. A poco de que finalizase, una flecha de Paris alcanzó mi talón. Me miraba y no se explicaba cómo no me estaba muriendo. El teatro de mi vida tuvo que continuar. Me di la vuelta, saqué mi espada y me la clavé en el pecho. Nadie lo vio. Y ahora todos me conocen como Aquiles, el del talón.

4 comentarios:

Isabella Durán Piovesán dijo...

Wow, Inma. Interesante, te hubiera gustado la clase de CIE de hoy. Hablamos un poco de eso, de los héroes griegos y su orgullo. Creo que queda claro en este cuento, él su mata con tal de que se mantenga la idea de él que todos tenían. Cuántas veces no hacemos esto, es triste, sí.
Es de valientes sacarta la venda y correr el riesgo de que "pierdas la fama". Pero luego todos tenemos ese padre que nos dijo que seríamos "leyenda". Y nos lo creemos... pero si nos damos cuenta de que quizá no seamos leyenda podemos hacer lo que sea para no decepcionarlo a él... o a veces a nosotros mismos. Porque como dije, NOS LO CREEMOS.

inma dijo...

Qué buen texto, me ha encantado :)

Inma de Reyes dijo...

Gracias! ... tocaya...

Campanula dijo...

Tenias razón, me gusta este blog, y esta historia me a encantado, gracias por la invitación.
un saludo